La industria automotriz mexicana arrancó este viernes con un clima de incertidumbre tras el anuncio del paro temporal en una de las principales plantas de Stellantis, una de las gigantes globales del sector. 

La medida llega justo después de la entrada en vigor de nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones automotrices no protegidas por el tratado comercial de América del Norte. La compañía ya había adelantado la suspensión de actividades en dos de sus instalaciones: una en Canadá y otra en Toluca, en el centro de México.

“Todo fluye ahorita normal”, comentó Eduardo Jiménez, empleado de la planta en Toluca, al señalar que la empresa no había comunicado oficialmente la pausa operativa, que se extenderá por un mes.

Jiménez, con 35 años de experiencia en la industria, se mostró optimista frente a la situación. 

Además de Toluca, Stellantis también pausó operaciones en su planta de Saltillo, en el norte del país, desde el 31 de marzo hasta el 13 de abril. Una vocera de la compañía confirmó la información a The Associated Press, bajo condición de anonimato. 

Stellantis, dueña de marcas como Chrysler, Jeep y Dodge, cuenta con siete plantas en territorio mexicano.

Por el momento, no se prevén despidos. Según la fuente, durante el paro los empleados continuarán acudiendo a las instalaciones para participar en actividades de mantenimiento y capacitación.

En respuesta a la preocupación generalizada, Sheinbaum aseguró que el paro de Stellantis es únicamente temporal y no representa una amenaza para los empleos. En su conferencia matutina, explicó que la empresa realiza una evaluación de mercado, más allá de los aranceles impuestos por la administración Trump.

El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ya sostuvo conversaciones con la compañía, la cual aclaró que algunos de sus modelos ya enfrentaban una baja demanda, y que esta situación se ha visto acentuada por el nuevo panorama arancelario.

Trump anunció recientemente una serie de medidas proteccionistas que incluyen un arancel base del 10% para importaciones globales y tasas más elevadas para productos provenientes de países con superávits comerciales con Estados Unidos. Aunque México y Canadá —socios del T-MEC— quedaron exentos de muchos de estos gravámenes, se mantuvieron aranceles del 25% para acero, aluminio y ciertos productos automotrices no cubiertos por el tratado.

Pese a ese respiro parcial, el gobierno mexicano continuará las negociaciones con Washington para buscar un trato preferencial que beneficie a la industria automotriz nacional, estrechamente vinculada con la estadounidense.

En 2024, México produjo 3.9 millones de vehículos, de los cuales el 87% se exportaron principalmente a Estados Unidos. Junto con Stellantis, operan en el país gigantes como General Motors y Ford, que cuentan con importantes centros de producción.

Según estimaciones del sector, aproximadamente el 86% de la producción automotriz mexicana está amparada por el T-MEC. No obstante, persisten dudas sobre el futuro de las autopartes, cuya exportación al norte representa un porcentaje considerable de su actividad.