México se prepara para unas elecciones sin precedentes: por primera vez, la ciudadanía elegirá directamente a los jueces del país. 

Esta votación histórica es la culminación de una reforma profundamente controvertida del Poder Judicial. Para sus promotores, representa un avance hacia una justicia más democrática; para sus críticos, una puerta abierta a la politización del sistema judicial.

Lo cierto es que la reforma ya está en marcha y no hay vuelta atrás. El resultado de los comicios del domingo tendrá un impacto directo en la vida de cualquier persona que viva, trabaje o invierta en México. De los jueces electos dependerán decisiones cruciales: desde custodias familiares y derechos individuales, hasta extradiciones de capos del crimen organizado.

Sin embargo, el proceso electoral —complejo y cargado de interrogantes— ha generado inquietud. Al menos seis boletas con decenas de nombres, en su mayoría desconocidos, serán entregadas a los votantes, lo que ha alimentado la incertidumbre.

¿Por qué genera tanta polémica esta elección?

La controversia radica en que la reforma judicial cambió de raíz la forma de llegar al cargo de juez. El tradicional sistema de carrera judicial fue reemplazado por una elección popular abierta, que exige menos requisitos para los aspirantes.

Aunque Morena ha señalado que este modelo reducirá la corrupción y el nepotismo en los tribunales, especialistas y sectores opositores advierten que podría comprometer la independencia judicial, uno de los pilares fundamentales de cualquier democracia.

Estos son algunos de los argumentos críticos:

  • Los jueces no deben ser representantes populares, sino garantes imparciales que resuelvan conflictos conforme a la ley.
  • El proceso legal ha sido cuestionado: se aprobaron las normas de forma apresurada, se redujo la cantidad de candidatos mediante sorteos y se ignoraron resoluciones judiciales que objetaban partes del procedimiento.
  • Preocupa la posible infiltración del crimen organizado, ya que algunos aspirantes están bajo investigación o han defendido a figuras delictivas relevantes.
  • El conteo de votos genera desconfianza al no realizarse en las casillas, como es habitual, sino en juntas distritales. Las casillas sólo levantarán actas con el número de boletas recibidas y el total de votantes.

¿Vale la pena votar?

En México, el voto no es obligatorio ni existe un mínimo de participación para validar una elección. Las proyecciones más optimistas estiman una participación del 20%, aunque podría ser tan baja como el 5%. Como referencia, en las elecciones presidenciales de 2018 votó el 61% del padrón electoral, que hoy suma cerca de 100 millones de personas.

¿La reforma mejorará la justicia y reducirá la corrupción?

Es difícil anticiparlo. El gobierno defiende que sí, pero muchos analistas, jueces y académicos son escépticos. Más del 90% de los delitos cometidos en México nunca llega a los tribunales. Por eso, el consenso entre expertos es claro: para combatir la impunidad, el foco debe estar en fortalecer las fiscalías y profesionalizar a las policías, es decir, mejorar los eslabones anteriores al sistema judicial.