Washington se prepara este miércoles para una reunión entre funcionarios israelíes y estadounidenses, presidida por el presidente Donald Trump, con el objetivo de trazar un plan para la etapa posterior a la guerra en Gaza. 

Niño muere a causa de ataque israelí en Gaza

La cita ocurre mientras hospitales en Gaza reportan al menos diez muertos tras nuevos ataques israelíes, entre ellos una mujer y un niño en un campamento de desplazados en Jan Yunis. 

Otros bombardeos alcanzaron tiendas de personas refugiadas y un sitio de distribución de ayuda. 

El Ministerio de Salud de Gaza, controlado por Hamás pero considerado por la ONU como la fuente más confiable de cifras, afirma que la ofensiva israelí ha dejado ya más de 62 mil 800 palestinos muertos, cerca de la mitad mujeres y niños. Israel, por su parte, asegura que investiga los ataques, aunque no ha ofrecido explicaciones inmediatas ni datos propios sobre víctimas.

El enviado estadounidense Steve Witkoff adelantó que Trump presentará “un plan muy completo”, sin dar detalles. La propuesta se discute en paralelo a advertencias de grupos de ayuda sobre el riesgo de hambruna y al deterioro de la infraestructura en Gaza, donde la mayoría de la población permanece desplazada.

La reunión llega nueve días después de que Hamás aceptara un plan de alto el fuego mediado por países árabes.

Dicho esquema contempla una tregua de 60 días, la liberación de algunos rehenes a cambio de cientos de prisioneros palestinos, un incremento de la ayuda humanitaria y un camino hacia un alto el fuego permanente. Sin embargo, facciones dentro del gobierno de Benjamin Netanyahu rechazan un acuerdo gradual y han insistido en ampliar la ofensiva, incluso con la movilización de decenas de miles de reservistas.

El conflicto se mantiene sin una salida clara. Desde el ataque del 7 de octubre de 2023 —cuando milicianos liderados por Hamás mataron a unas 1.200 personas en Israel y secuestraron a 251—, las treguas han sido frágiles y de corta duración. Hoy, alrededor de 50 rehenes siguen en Gaza, y se estima que solo unos 20 permanecen con vida.

Mientras tanto, en Israel crecen las protestas de familiares de rehenes y de ciudadanos que exigen un alto el fuego. El gobierno, en cambio, defiende que la expansión de la ofensiva es la única vía para debilitar a Hamás y garantizar la seguridad futura.