La tranquilidad del valle de Lötschental se vio abruptamente interrumpida la tarde del miércoles, cuando una enorme masa de roca y hielo del glaciar Birch se desprendió, desatando un alud de lodo que arrasó casi por completo la localidad alpina de Blatten.
Este jueves, un hombre de 64 años continuaba desaparecido mientras equipos de rescate intensificaban las labores de búsqueda entre los escombros.
La policía cantonal de Valais informó que la operación de rescate incluye el uso de drones equipados con cámaras térmicas, en un intento por localizar con vida al desaparecido, cuyo nombre no ha sido revelado.
Stéphane Ganzer, consejero de Estado, declaró a la Radio Télévision Suisse que el 90% del pueblo ha quedado destruido.
Las impactantes imágenes difundidas en redes sociales y medios suizos muestran casas parcialmente sepultadas y calles completamente cubiertas por un espeso barro marrón. El alud también bloqueó el cauce del río Lonza, lo que, según las autoridades regionales, podría derivar en nuevas riadas si las condiciones meteorológicas empeoran.
La catástrofe no tomó del todo por sorpresa a las autoridades. A principios de mayo, se ordenó la evacuación preventiva de aproximadamente 300 residentes y todo el ganado del pueblo ante el riesgo inminente de colapso del glaciar Birch, una gigantesca masa de hielo de 1,5 millones de metros cúbicos.
El desprendimiento ha reavivado la preocupación de los glaciólogos suizos sobre el impacto del cambio climático en los Alpes.
Suiza, el país europeo con mayor número de glaciares, ha perdido un 10% de su volumen glaciar solo en los últimos dos años: 6% en 2022 y 4% en 2023. El retroceso acelerado del hielo, advierten los expertos, no solo transforma el paisaje alpino, sino que incrementa significativamente el riesgo de desastres naturales.
Mientras continúa la búsqueda y los residentes evalúan la magnitud de la destrucción, la tragedia en Blatten se convierte en un doloroso recordatorio de la fragilidad de los ecosistemas de montaña frente al calentamiento global.