El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció la extensión por 90 días de la tregua de aranceles a China, postergando un posible recrudecimiento del conflicto entre las dos principales economías del mundo.

A través de su red Truth Social, Trump informó que firmó una orden ejecutiva que mantiene todos los términos actuales del acuerdo. Pekín confirmó la medida mediante la agencia oficial Xinhua.

La prórroga evita que, desde las 00:01 horas de hoy martes, Estados Unidos elevara sus aranceles sobre productos chinos de 30% a un porcentaje mayor, lo que habría detonado represalias por parte de China.

La pausa busca dar espacio a las negociaciones y podría abrir la puerta a una reunión este año entre Trump y el presidente chino Xi Jinping. El sector empresarial estadounidense recibió positivamente la medida. Sean Stein, presidente del Consejo Empresarial Estados Unidos-China, destacó que es “crucial” para generar certidumbre y facilitar un acuerdo que amplíe el acceso al mercado chino y reactive exportaciones agrícolas y energéticas.

Trump ha utilizado los aranceles como herramienta de presión comercial, elevando el promedio nacional del 2,5% a 18,6%, el nivel más alto desde 1933. La estrategia ha forzado a socios como la Unión Europea y Japón a aceptar gravámenes antes impensables para evitar sanciones mayores.

Sin embargo, China ha respondido limitando el acceso a minerales e imanes de tierras raras, esenciales en industrias estratégicas. En junio, ambos países acordaron relajar restricciones: Washington retiró barreras a exportaciones tecnológicas y petroquímicas, mientras Beijing facilitó la entrada de empresas estadounidenses a dichos recursos.

En mayo, se evitó un colapso comercial tras reducir aranceles que habían alcanzado niveles de hasta 145% contra China y 125% contra Estados Unidos. Las tarifas actuales se mantienen en 30% y 10%, respectivamente.

Persisten las diferencias comerciales entre Estados Unidos y China

Expertos señalan que, pese a las treguas, persisten los desacuerdos estructurales. Entre las principales quejas de Washington están la débil protección de propiedad intelectual en China, los subsidios estatales y las políticas industriales que favorecen a sus empresas.

Claire Reade, exfuncionaria de la Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos, prevé avances limitados, como compras chinas de soya, acciones contra el tráfico de químicos para fabricar fentanilo y el suministro continuo de tierras raras.

No obstante, Jeff Moon, exdiplomático y consultor en temas chinos, advierte que la “guerra comercial” podría prolongarse por años, con nuevas rondas de presión y respuestas.