La creciente confrontación entre la administración de Donald Trump y las universidades de élite en Estados Unidos, como Harvard, está provocando una ola de reacciones globales. Alemania y Hong Kong se han apuntado como posibles destinos para atraer a los estudiantes exiliados de Harvard, en medio de recortes presupuestales, medidas restrictivas y ataques ideológicos del gobierno estadounidense.

El ministro federal de Cultura alemán, Wolfram Weimer, propuso públicamente que Harvard establezca un “campus en el exilio” en Alemania, asegurando que los estudiantes de esta institución “son más que bienvenidos”. En paralelo, la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong ofreció a los estudiantes internacionales de Harvard continuar sus estudios en su campus.

Estas iniciativas surgen tras el retiro de miles de millones de dólares en financiamiento para ciencia y educación por parte del gobierno de Trump, así como el endurecimiento del control sobre estudiantes extranjeros. La situación ha encendido alertas en la comunidad académica global, mientras líderes europeos y asiáticos buscan aprovechar la inestabilidad en EE. UU. para revertir décadas de ‘fuga de cerebros’.

Además, la reciente ofensiva contra universidades como Harvard —acusadas por la Casa Blanca de no proteger adecuadamente a estudiantes judíos tras el conflicto entre Israel y Hamás— ha incrementado la presión. El gobierno ha amenazado su estatus fiscal, recortado fondos y exigido control sobre admisiones y contrataciones.

Mientras tanto, Europa lanza millonarias iniciativas para atraer científicos y académicos, incluyendo un fondo de 500 millones de euros por parte de la Unión Europea, y programas nacionales en Francia, España y Reino Unido.

A pesar de los obstáculos financieros, muchos investigadores valoran la estabilidad, el menor costo de vida y la calidad de vida que ofrecen estos países. El éxodo, aunque moderado, ya está en marcha.