Después de ver cómo varios estudiantes caían al suelo por una ola de calor extremo, las autoridades de Sudán del Sur anunciaron el cierre de todas sus escuelas durante dos semanas.
Esta medida no es algo nueva: el país, que sufre los efectos extremos del cambio climático, como inundaciones durante la temporada de lluvias, ya había tomado una decisión similar en febrero y marzo de años anteriores.
La temperatura se volvió tan insoportable en Sudán del Sur que según declaraciones del viceministro de Educación, Martin Tako Moi, aproximadamente 12 estudiantes se desmayan cada día en la ciudad de Yuba.
¿Cómo son las escuelas en Sudán del Sur?
Las escuelas en Sudán del Sur operan en condiciones precarias: muchas están construidas con estructuras improvisadas de chapa de hierro y carecen de electricidad, lo que impide la instalación de sistemas de refrigeración.
En medio de una intensa ola de calor, con temperaturas que podrían alcanzar los 42°C (107,6°F), la ministra de Medio Ambiente, Josephine Napwon Cosmos, instó a la población a no salir en la medida de lo posible y beber suficiente agua.
Ante el riesgo de golpes de calor, Napwon propuso que los empleados gubernamentales trabajen por turnos. En el sector educativo, docentes y trabajadores han solicitado una modificación del calendario escolar, sugiriendo cerrar los centros educativos en febrero y reabrir en abril, cuando las temperaturas son más moderadas.
Abraham Kuol Nyuon, decano del Colegio de Posgrado de la Universidad de Yuba, apoyó la idea y señaló que el calendario debería ajustarse a las condiciones climáticas de cada uno de los diez estados del país.
Sin embargo, la falta de planificación gubernamental ha sido objeto de críticas. El grupo de la sociedad civil Integrity South Sudan advirtió que cerrar las escuelas durante las olas de calor refleja una falta de prioridad en la educación de los niños.
Esta crisis se suma a los desafíos que enfrenta el país, cuyo sistema sanitario sigue siendo frágil tras años de inestabilidad política. Entre 2013 y 2018, el conflicto interno dejó casi 400 mil muertos, hasta que el presidente Salva Kiir y su entonces rival y actual vicepresidente, Riek Machar, firmaron un acuerdo de paz.
Además, la nación enfrenta dificultades económicas. Las elecciones generales, previstas para el año pasado, fueron aplazadas por falta de fondos. La crisis se agravó con la interrupción temporal de las exportaciones de petróleo, luego de la rotura de un oleoducto clave en el vecino Sudán, afectado por la guerra. Aunque el ducto fue reparado, la economía sigue resintiéndose.