La gentrificación es un proceso urbano en el que barrios tradicionales o con cierto deterioro son transformados por la llegada de personas con mayor poder adquisitivo.

Según Luis Alberto Salinas Arreortua, del Instituto de Geografía de la UNAM, esta transformación suele implicar renovación de calles, parques y comercios, pero también provoca la expulsión de residentes originales al elevar el precio de la vivienda y los servicios.

En la Ciudad de México, la gentrificación se ha intensificado en áreas con buena ubicación, patrimonio cultural y valor ambiental. Esto las hace atractivas para el capital inmobiliario, que busca construir viviendas, oficinas y comercios orientados a las clases medias y altas.

¿Cómo ocurre en la Ciudad de México?

El fenómeno se concentra en colonias céntricas como Roma, Condesa, Juárez y el Centro Histórico. En estos barrios, la llegada de nómadas digitales y turistas ha disparado la demanda de alojamientos temporales a través de plataformas como Airbnb.

De acuerdo con organizaciones vecinales, en la colonia Juárez más de 4 mil personas han sido desplazadas en los últimos 15 años.

El aumento de rentas tradicionales, la proliferación de cafés y tiendas orientadas a extranjeros y el uso frecuente del inglés en servicios han generado un sentimiento de pérdida cultural y exclusión social.

¿Por qué preocupa este fenómeno?

Aunque la gentrificación trae beneficios como mayor seguridad, parques renovados y una oferta gastronómica diversa, también profundiza desigualdades.

Las familias de bajos ingresos son obligadas a mudarse lejos de sus redes sociales, laborales y educativas. Además, se pierde la identidad barrial y se tensan las relaciones entre residentes de diferentes orígenes.

El pasado 4 de julio se realizó una marcha contra la gentrificación en la Condesa, que terminó con tensión y actos vandálicos, evidenciando la urgencia de atender el problema.

El gobierno local ha reconocido la necesidad de regular la gentrificación con medidas como vivienda asequible para jóvenes y familias trabajadoras.

Sin embargo, vecinos y expertos advierten que estas políticas aún son insuficientes para contener el desplazamiento.

Organizaciones sociales proponen una regulación más estricta de los alquileres de corto plazo, esquemas de renta controlada y una planificación urbana que priorice el derecho a la vivienda por encima de la especulación.

El desafío es construir una ciudad incluyente donde la diversidad sea un motor de convivencia, no de exclusión.