Estados Unidos ha anunciado que se retirará nuevamente de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), argumentando un presunto sesgo persistente contra Israel.
La decisión, impulsada por el gobierno de Donald Trump, se hará efectiva a finales de diciembre de 2026.
Un problema para Estados Unidos
La portavoz del Departamento de Estado, Tammy Bruce, explicó en un comunicado que la retirada está motivada por la percepción de que la UNESCO impulsa “causas sociales y culturales divisivas”.
Añadió que la reciente admisión del “Estado de Palestina” como miembro pleno de la organización es “muy problemática, contraria a la política estadounidense” y ha alimentado una “retórica antiisraelí” dentro del organismo con sede en París.
Esta será la tercera vez que Washington se aleja de la agencia cultural de la ONU. La más reciente ocurrió durante el primer mandato de Trump, cuando en 2017 su gobierno anunció la salida formal, la cual se concretó en 2018. En 2023, Estados Unidos se reincorporó bajo la administración del presidente Joe Biden, tras cinco años de ausencia.
La UNESCO ya veía venir este movimiento
Desde principios de este año, el actual gobierno republicano había ordenado una revisión de la participación estadounidense en la UNESCO, lo que hizo prever esta nueva salida. Fuentes diplomáticas indicaron que la medida no tomó por sorpresa a los funcionarios del organismo internacional, quienes ya anticipaban el retiro si Trump volvía al poder.
La UNESCO, que ha trabajado en los últimos años para diversificar sus fuentes de financiación, podría enfrentar algunas dificultades presupuestarias con la salida de Estados Unidos, aunque su contribución actual representa apenas el 8% del presupuesto total.
Una relación internacional tóxica
El historial de desencuentros entre Washington y la agencia no es nuevo. En 1984, el gobierno de Ronald Reagan retiró a Estados Unidos por considerar que la UNESCO estaba mal gestionada y favorecía intereses soviéticos.
El país regresó en 2003, durante el mandato de George W. Bush. En 2011, Estados Unidos e Israel dejaron de financiar a la organización tras la votación que admitió a Palestina como estado miembro.