Las autoridades de Estados Unidos han identificado una red mexicana de huachicol capaz de generar hasta 200 millones de pesos por semana, mediante un esquema de contrabando de combustibles robados de Pemex hacia el territorio estadounidense. Esta estructura ilícita opera con total sofisticación, cruzando diariamente más de mil autotanques a través de los pasos fronterizos de Reynosa, Matamoros y Nuevo Laredo, según revelaron agencias federales norteamericanas como la DEA y el FBI.
Cada vehículo transporta aproximadamente 30 mil litros de gasolina o diésel, y para burlar controles aduanales, el combustible se registra como si se tratara de aceite vegetal, aceite quemado o sustancias peligrosas, lo que evita pagar alrededor de 200 mil pesos de impuestos por unidad.
Este mecanismo de evasión ha convertido al huachicol no solo en un delito nacional, sino en un negocio transnacional que involucra a grandes cárteles del narcotráfico. De acuerdo con la investigación, esta red criminal trabaja en alianza con los cárteles Jalisco Nueva Generación (CJNG), de Sinaloa y del Golfo, quienes distribuyen y protegen el combustible a cambio de una parte de las ganancias. Además, el dinero que se genera por la venta ilegal se lava a través de empresas fachada y gasolineras ubicadas tanto en México como en Estados Unidos.
El operativo de inteligencia del gobierno estadounidense, denominado “Top Fuel” —también conocido como “Muerte Líquida”—, ha revelado una lista de empresas, placas vehiculares y rutas utilizadas para transportar el hidrocarburo de forma ilegal. Las autoridades mexicanas han sido notificadas, pero aún no se han reportado detenciones de alto perfil derivadas de este caso
Dimensión del problema
El tráfico de huachicol es uno de los delitos que más afecta a la economía nacional, provocando millonarias pérdidas a Pemex y debilitando la seguridad energética del país. Solo en 2024, la paraestatal reconoció pérdidas por más de 20 mil millones de pesos debido al robo de combustibles.
Pese a los operativos implementados en los últimos años, las organizaciones criminales han sofisticado sus mecanismos de transporte, distribución y blanqueo de capitales, lo que ha dificultado el combate frontal al robo de hidrocarburos.